El liberalismo progresista: ¿cuál es su definición política e histórica?
Por Virgie Castro Conde
El liberalismo costarricense tiene una historia tan arraigada a sus ciudadanos como lo son las tradiciones tamaleras y los bailes guanacastecos. Desde la primera guerra civil de Ochomogo en 1823, el liberalismo ha estado presente en el marco político del país. Sin embargo, dentro de las vastas ideologías políticas es muy común encontrarse con definiciones e historia que puede ser confusa y más bien causa la desinformación.
Uno de esos casos cae en la definición del progresismo, que en los años recientes se ha relacionado más con políticas de izquierda. Por ende, es normal preguntarse si el liberalismo y el progresismo son ideologías o pensamientos y si pueden coexistir. En el siguiente artículo, se explora un poco de su historia y por qué el liberal progresista es el punto medio entre los aspectos sociales y económicos del espectro de la ideología política.
El liberalismo es una corriente de ideas relativamente nueva que nace en la Edad Moderna. Nació como una oposición al absolutismo y al despotismo del Antiguo Régimen. Esta ideología tiene un alto compromiso con la libertad que los ciudadanos deben tener tanto a nivel social como económico. Mantiene una posición en el medio con respecto al control que el gobierno debe ejercer sobre el país, por lo tanto, no es ni autoritario ni completamente libertario (la cual es diferente al liberalismo).
Las ideas liberadoras van más allá de la libertad económica y también incluye la libertad de opinión, de cultos, de expresión, de voto, de investigación, de forma de vida, etcétera.
En Costa Rica, la mayoría de sus líderes fueron liberales entre 1825 y 1940 con unas cuantas excepciones. Es durante este período del Estado Liberal que se consolida un estado independiente y establece bases para las instituciones actuales del gobierno.
Un progresista, es el opuesto del conservador. El concepto nace durante la era de la Ilustración en Europa durante los siglos XVII y XVIII. Lo más importante de resaltar es que no es una ideología o posición política, sino una filosofía política en apoyo de la reforma social que puede servir como una extensión de la base de un partido. Su definición ha cambiado con el tiempo debido a los grandes cambios sociales que nacieron desde la industrialización en el siglo XIX, donde se evidenciaron inequidades económicas, corporaciones monopólicas y conflictos entre las sociedades empresarias y obreras.
Jeremy Bentham, filosofo reconocido de la era de la Ilustración, afirmaba que la confianza en el progreso humano ha sido una idea central en la tradición liberal. Para Bentham, el progreso consistía en una mayor “utilidad” para un mayor número de individuos.
Tanto su definición como la historia de ambos términos, fundamenta que el progresismo puede aplicar a cualquier ideología política, pero cuando está en combinación con el liberalismo, se evidencia una gama de similitudes en sus valores, especialmente en la defensa de los derechos de todas las personas. Busca proveer oportunidades equitativas para minorías y aquellos que se encuentran en condiciones de menos recursos.
El liberal progresista es el liberal que cree en el progreso: progreso económico, social, cultural, científico y tecnológico. Es decir, es alguien para quien la sociedad debe organizarse de tal modo que el hijo de un limpiador tenga tantas opciones reales en la vida como el hijo de una gran empresaria. Un auténtico liberal es quien lucha antes que nada por maximizar la libertad de la que se disfruta, pero, puesto que unas medidas favorecerán inevitablemente más la libertad de unos ciudadanos que las de otros, el verdadero liberal empieza por luchar para otorgar más libertad a quienes menos libres son.
Los liberales progresistas ansían liberar a la especie humana de cualquier dogmatismo, sea este religioso, ideológico o cultural; de cualquier tiranía, sea esta la de un solo individuo o esa otra –a la que tan propensas son las democracias, como bien detectaron Alexis de Tocqueville y el ya mentado John Stuart Mill– de “la mayoría”.
En conclusión, puede que el término “progresista” se confunda con ideologías de izquierda, pero su origen no cambia y al ser entendido e investigado apropiadamente, más bien refleja que el enfoque liberal progresista tiene como objetivo ubicarse en esa mitad saludable, entre los derechos de la sociedad y una economía robusta, adaptable y libre de obstáculos para aquellos emprendedores.
La historia costarricense es un ejemplo de la búsqueda de este balance, pero lo más importante es que los ciudadanos se informen sobre cómo mantener ese norte, que ha proveído una de las democracias más estables del mundo. Que el costarricense luche por mantener el espíritu liberalista y así, proveer las mismas oportunidades para que todos podamos prosperar y seguir construyendo un país formidable.
Inspirado en el pensamiento de Eduardo Brenes.