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Concesionemos los parques nacionales para salvarlos

Todo costarricense orgulloso, así como también extranjeros que hayan escuchado hablar de nuestro país, dirían enseguida que nos destacamos por nuestra riqueza natural.
Ese tesoro que nos identifica ante las demás naciones, está protegido por el Sistema de Parques Nacionales, el cual fue creado en 1970 y es administrado por el SINAC.

Cientos de miles de turistas, vienen seducidos por la promesa de una experiencia natural que jamás encontrarían en sus ciudades pero al llegar aquí, la realidad se impone: destinamos muy poco dinero para protegerlos y la capacidad en los centros de visitantes, es un obstáculo para nacionales y extranjeros.

Escuchamos con dolor la noticia de la crisis sanitaria en las instalaciones del Parque Manuel Antonio, uno de los sitios más hermosos del país y eso es solo un síntoma del grave problema que enfrentamos.

Según reporta el Periódico La República, el pasado 19 de Junio, se cuenta con poco más de 300 guardaparques para cubrir los 1,3 millones de hectáreas de áreas protegidas que hay en el país. Los guardaparques viven su peor crisis de los últimos años, al existir poco personal y enfrentar problemas presupuestarios que dificultan mejorar sus condiciones de trabajo. Ni qué decir del saqueo que están sufriendo esas áreas y los contratiempos que han sufrido los visitantes en los centros que debían dejarlos impresionados y deseosos de volver.

La relación de los ticos con los parques nacionales es increíblemente contradictoria: por un lado, las áreas protegidas definen una gran parte nuestra de nuestra identidad y éxito económico, pero por otro lado, hemos sido negligentes para invertir lo que se requiere para asegurar su futuro.

Hemos visto una y otra vez que si no permitimos inversiones que sustituyan la tala ilegal, la cacería furtiva y la minería artesanal, esas prácticas siempre ocurrirán dentro de las áreas protegidas. Nada más tenemos que mirar lo ocurrido en la Amazonía donde la actividad humana compite con la existencia de recursos naturales valiosísimos.
Usted lector, sabe bien quién perderá esa carrera.

Es hora de que entendamos que nuestros parques son un tesoro frágil e irremplazable y que está profundamente ligados a la prosperidad e imagen internacional de Costa Rica.

La solución está a la vista: así como tenemos infraestructura clave que ha sido concesionada (carreteras, puertos y aeropuertos), es hora de buscar al sector privado para revertir la tendencia actual de crisis en nuestros parques y que se convierta en una oportunidad de crecimiento económico para las comunidades que los albergan, especialmente en la grave coyuntura fiscal en la que nos encontramos.
El dinero necesario escasea y no se vislumbran cambios en el futuro cercano.

Busquemos concesionarios a los que se les confíe el resguardo de los parques, la creación de centros de visitantes que estén a la altura del prestigio mundial de Costa Rica y el encadenamiento de su actividad con la población local. A cambio de sus servicios, los concesionarios desarrollarían actividades comerciales sostenibles y competirían por la atracción del turismo más exigente.

Los costarricenses fuimos visionarios al comprender que los bosques no se cuidan solos. Ahora tenemos la responsabilidad de asegurar su aprovechamiento responsable para que puedan seguir existiendo.

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