[vc_row type=”in_container” full_screen_row_position=”middle” scene_position=”center” text_color=”dark” text_align=”left” overlay_strength=”0.3″ shape_divider_position=”bottom” bg_image_animation=”none”][vc_column column_padding=”no-extra-padding” column_padding_position=”all” background_color_opacity=”1″ background_hover_color_opacity=”1″ column_link_target=”_self” column_shadow=”none” column_border_radius=”none” width=”1/1″ tablet_width_inherit=”default” tablet_text_alignment=”default” phone_text_alignment=”default” column_border_width=”none” column_border_style=”solid” bg_image_animation=”none”][vc_column_text]Estudiando los orígenes de nuestro sistema sanitario público me encontré con un pequeño artículo escrito por el Doctor Carlos Alberto Zamora Zamora titulado “El primer seguro social de Costa Rica” y que fue presentado en 2008 en el IX Congreso Centroamericano de Historia, y que me parece necesario rescatar porque documenta un antecedente interesantísimo de un embrionario seguro social en Costa Rica, cuarenta antes de que siquiera aparecieran los primeros seguros sociales en Alemania durante la década de los 80 del siglo XIX, cien años antes de que se fundara la Caja Costarricense de Seguro Social, y 75 años antes de que se estableciera en primer seguro de riesgos del trabajo en 1925 en Costa Rica.
Fue una experiencia fugaz y circunscrita específicamente a una actividad laboral como lo fue el proyecto de construcción del “Camino a Matina”, que fue una preocupación y deseo muy presente en los primeros años de vida independiente y que estaba enfocado en dotar de un camino de carretas que uniera el interior del Valle Central, donde se encontraban las poblaciones más importantes, y el Puerto de Moín en el Atlántico.
En 1839, nuestro presidente, Braulio Carrillo, propuso iniciar la construcción de ese camino en el marco de una economía capitalista agroexportadora que daba sus primeros pasos y necesitaba establecer esa ruta como una forma de fomentar el incipiente comercio internacional del café que se daría por esos años.
Los seguros sociales, como es sabido, son programas de financiamiento para la protección de diferentes contingencias que amenazan la estabilidad económica de las personas y sus familias. Por lo general un seguro social incluye cuatro tipos de programas básicos: el seguro de salud,el de riesgos del trabajo, el de pensión por invalidez, vejez y muerte; y el seguro de desempleo. Los primeros seguros sociales fueron establecidos en Alemania por el canciller conservador Otto von Bismarck en 1883 y fue producto de la desprotección de los trabajadores a causa de la acelerada industrialización de ese país y las pésimas condiciones de trabajo que hacía que los obreros se vieran desprotegidos ante la enfermedad y los riesgos del trabajo.
A inicios de 1840 comenzó el ambicioso proyecto de unir a la Villa de Paraíso en Cartago, con la Bahía de Moín en el Caribe con
la intención de facilitar el comercio internacional con los países europeos. No más iniciar ese proyecto, empezaron a surgir una serie de problemas sanitarios originados en las malas condiciones ambientales que rápidamente empezaron a afectar a los trabajadores contratados por la empresa constructora que tenía a su cargo ese proyecto.
Ante ese problema el presidente Braulio Carrillo tomó la decisión de crear un mecanismo para atender a los trabajadores que se enfermaban, algo que era muy visionario para una época en la que el estado no se involucraba en ese tipo de asuntos. Para marzo de 1840 la construcción de ese camino estaba paralizada por la deserción de trabajadores que no querían trabajar por las enfermedades a que se veían expuestos que ya habían cobrado la vida de tres trabajadores.
Fue por eso que el comisionado de la obra (una suerte de inspector estatal), Joaquín Iglesias, propone a Carrillo el establecimiento de un hospital que cumpliera con el deber de curar a los enfermos “proporcionándoles todos los auxilios espirituales y corporales”, como le dijo en una misiva escrita el 9 de marzo.
A finales de marzo el gobierno mueve ficha y el día 27 toma la disposición de comprar medicinas y contratar personal médico para asistir a los enfermos y el 30 de marzo emite un decreto en el que establece un hospital donde regula con detalle la forma en que se prestaran los servicios médicos que atenderán a los trabajadores enfermos.
El hospital establecido contaba con un director médico, el Dr. Roberto Brealey, un asistente administrativo, Tomás Brenes, dos enfermeros, Rafael Valencia y José Gregorio Cárdenas, una orden religiosa (la de los Hermanos del Carmen) apoyando las labores de atención y un inspector del hospital que sería el mismo Comisionado del Camino a Matina, el señor Joaquín Iglesias.
En abril se ampliaron los servicios con un establecimiento para la convalecencia de los enfermos en la Casa de Reclusión de Mujeres con la ayuda de las Hermanas Carmelas.Y en mayo siguiente se ponen en funcionamiento dos puestos del hospital en el trayecto del camino en construcción.
Lo interesante de este sistema establecido, que de primera entrada pareciera un sistema de asistencia pública con cierto componente de caridad, fue su forma de financiamiento, ya que era financiado por partes iguales entre los trabajadores y los patronos contratistas mediante el rebajo semanal de una cuota, y que además de los servicios médicos el sistema incluía prestaciones en dinero durante el período de internamiento y convalecencia.
Esa prestación dineraria se hacía para que el trabajador enfermo no perdiera su jornal mientras estaba enfermo, era una especie de subvención o incapacidad y cuya única obligación era retribuirlo si no se presentaba de vuelta al trabajo cuandos e curara. Desde su exilio en el Salvador, unos años después, Braulio Carrillo daba cuenta de ese novedoso y embrionario sistema de seguridad social cuando en una carta decía: “…un hospital que establecí en la ciudad de Cartago, bien provisto y bien servido, socorría a estos infelices sin reducción alguna de sus jornales…”.
En esa época era muy común que fuera la Iglesia, a través de sus órdenes religiosas, las que se encargaran de forma caritativa de la atención hospitalaria; lo interesante de este modelo fue que el Estado estableció una clara relación contractual con esas órdenes y mantenía bajo su tutela y supervisión el servicio que brindaban.
Pareciera ser este el primer ejemplo de la intervención del Estado costarricense en la prestación de servicios de salud y fue básicamente una combinación entre un seguro de salud y uno de riesgos profesionales. Por supuesto que es sólo un embrión de seguro social pues no tuvo duración en el tiempo ni fue extendido al resto de los trabajadores, pero lo interesante es lo pionero que fue en su financiamiento tripartita: trabajador, patrono y el Estado. El sistema además incluyó una suerte de incapacidad ya que se les mantenía el pago para que pudieran seguir atendiendo a sus familias que en su mayoría eran de Curridabat, Aserrí y Tres Ríos.
Rescato además que este embrioanro seguro fue producto de una necesidad surgida de una actividad de infraestructura con una fuerte vocación comercial ya que don Braulio y sus coterráneos estaban claros de la necesidad de conectarnos con el exterior para poder exportar nuestras riquezas y productos. El empresario encargado de ese proyecto entendió la necesidad de esa contribución así como el trabajador, que recibía menos pero sabía que no iba a estar desatendido cuando se enfermara. Lastimosamente ese modelo no se siguió y hubo que esperar muchos años para establecerlo, pero sin duda demuestra lo visionario que fue nuestro “arquitecto” del estado: el liberal don Braulio Carrillo Colina.
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