Salí desde Alajuela para hacer un trámite legal en el cantón de Desamparados pero lo que sería una gestión sencilla, se ha convertido en un largo camino. La funcionaria me ha pedido 3 certificaciones de instituciones diferentes y para coronar, tengo que llevarle varias fotocopias de esos papeles y de mi cédula de identidad, por supuesto. Si no las llevo, entonces, lo demás no sirve.
“No piense que esto va a ser rápido” me dijo, antes de salir corriendo a atender el teléfono.
La información que me pidieron es pública y me tomó solo 5 minutos consultarla desde mi teléfono. Lamentablemente, el servicio en una de las páginas no está funcionando y ha sido así por meses porque esa institución es famosa por el mal servicio que le presta a los usuarios. Nos toca a todos ir y sortear embotellamientos ya en auto, tren o autobús para recoger un papel, como se hacía hace 90 años.
En el largo camino de regreso, me pregunté: ¿Cómo es posible que nos pidan información que ellos pueden consultar muy fácilmente, desde una computadora? No es que las instituciones públicas carezcan de recursos humanos, tecnológicos o financieros para hacerle la vida un poco más fácil a las personas.
Todos hemos sido afectados de alguna manera por una gestión engorrosa y para cambiarlo, no estamos pidiendo que inviertan en costosa infraestructura, que contraten más personal o que trabajen horas extras. Es todo lo contrario: queremos que ellos dejen de ahogarse en papeles.
El uso de la Internet para el trabajo y las gestiones institucionales nos ofrece un enorme ahorro de tiempo y esfuerzo: los equipos colaboran en tiempo real, se comparten y consultan documentos a gran velocidad y reducen los costos de transporte. ¡Caramba! Hasta hay beneficios para el medio ambiente.
En Costa Rica, el país más diagnosticado del mundo (según han afirmado algunos analistas), cada candidato electoral y Gobierno de turno llega a la misma conclusión y promete con un diferente eslogan, destrabar al país. Ninguno logra hacerlo muy bien porque hay una gran barrera: quienes deben implementar esos cambios urgentes y quienes legislan, son amantes de los trámites.
Los trámites no existen para ayudarle con su problema, sino para que usted cumpla un requisito. Nada hace vibrar más el corazón de un burócrata, como pedir un papel o solicitar un trámite complejo. Le da poder y justificación a su puesto. Hay una serie de conductas complejas que nos tienen como estamos.
El problema es que ese modelo de administración le cuesta al país su desarrollo. Se paga con pobreza y desventaja social. Un día leemos que importantes obras públicas se concluirán mucho más tarde de lo anticipado y otro día escuchamos que el exceso de requisitos y la tramitomanía generan retrasos de hasta 4, 7 o más meses en los proyectos de construcción privada, lo que representa un costo de hasta 0,2 % del Producto Interno Bruto del País (PIB).
Antes de pedir un papel o establecer requisitos para un proceso, debemos preguntarle a otras 100 personas si se puede eliminar, acortar o autogestionarse por medios digitales. Si no se puede, entonces estamos creando un obstáculo.