[vc_row type=”in_container” full_screen_row_position=”middle” scene_position=”center” text_color=”dark” text_align=”left” overlay_strength=”0.3″ shape_divider_position=”bottom” bg_image_animation=”none”][vc_column column_padding=”no-extra-padding” column_padding_position=”all” background_color_opacity=”1″ background_hover_color_opacity=”1″ column_link_target=”_self” column_shadow=”none” column_border_radius=”none” width=”1/1″ tablet_width_inherit=”default” tablet_text_alignment=”default” phone_text_alignment=”default” column_border_width=”none” column_border_style=”solid” bg_image_animation=”none”][vc_column_text] Creada para “protegernos” de poderes económicos y políticos externos, para asegurar la “soberanía energética” y que los consumidores no estuviéramos a merced de los caprichos de las multinacionales o de los países poderosos, en la práctica, Recope se ha convertido en una institución perversa, feudo de políticos de turno y sindicalistas, quienes la han utilizado para tenernos a los ciudadanos como rehenes de sus caprichos y su tiranía, con un resultado igual o peor que el mal del que nos querían resguardar; un elefante blanco anquilosado que existe, no para el bien de los costarricenses, sino como un fin en sí misma, para beneficio de sus líderes administrativos y sindicales. Desconozco si aún quedará gente que se crea eso de que Recope y otras instituciones de su calaña son “de todos los costarricenses” – entonces ¿donde están mis acciones, mis dividendos?” No, qué va. Recope solo es de todos cuando se trata de repartir las pérdidas.
En los últimos 30 años, nuestra joyita petrolera ha demostrado ser una organización liderada y operada por, en el mejor caso, incompetentes, y en el peor, gente cínica y malintencionada. Fiascos como Soresco y un muelle petrolero en Moín con más de 4 años de atraso para su entrega son evidencia de esto. Mantenemos con las tarifas que pagamos no solamente salarios de una refinadora que no refina, sino que nos damos el lujo de tratarlos como reyes con convenciones colectivas abusivas que se han discutido en el debate nacional por años, pero nadie hace nada al respecto.
Y ahora nos recetan el famoso etanol en la gasolina. No me referiré al aspecto técnico. La verdad no tengo el conocimiento experto para hacerlo, pero ya sin haberlo probado puedo decir que huele muy, muy mal. En su columna, De frente: Etanol a la brava del pasado primero de abril, Juan Carlos Hidalgo plantea una serie de dudas sobre la forma de implementación, dudas que nadie ha salido a aclarar. Recope no ha comunicado claramente nada sobre este proyecto. Pareciera que el objetivo tiene que ver con la descarbonización, pero esto no está muy patente. Si ese es el objetivo, no han emitido datos duros que demuestren que realmente este plan vaya a contribuir a reducir las emisiones de CO2 del país en general, pues la producción de caña para el alcohol genera enormes emisiones de invernadero. No sabemos de donde vendrá el alcohol, pero sabemos que no tenemos suficiente producción para la demanda. No sabemos si han considerado las consecuencias que puede tener reconvertir grandes extensiones de terreno a la siembra de la caña, tanto en términos económicos como ecológicos y migratorios. No ha habido el menor esfuerzo por presentar a la población un proyecto bien estructurado con todas sus implicaciones.
Y la pregunta obvia de todo esto es: ¿por qué tanta insistencia y, en un país donde todo marcha al paso del oso perezoso, tanta contumacia en meternos el etanol a como dé lugar? ¿Por qué no se implementó un plan piloto primero, por ejemplo, con vehículos del sector público, para medir todos sus efectos y secuelas? ¿Por qué no ofrecerlo como una alternativa y dejar que sea el comprador quien elija? ¿Quién se beneficia directamente de este plan? Claramente no los consumidores y la razón es obvia: si el consumidor le viera algún beneficio a la gasolina con etanol, ya fuera por precio o rendimiento, la compraría voluntariamente sin que nadie se la imponga. ¿Entonces para quién es buena la iniciativa? En primera instancia, para los empleados de Recope, pues les permite seguir alimentando su esclerótica operación de monopolio. Obviamente hay un gran beneficio para los productores de alcohol, especialmente los internos; una piñata muy gordita en una fiesta donde solo unos pocos tienen derecho de usar palo y bolsitas. Una ventaja más para los cañeros, sector de por sí contado entre los más privilegiados del país, y una excusa para mantener vivos a los agonizantes CNP y Fanal.
Así que no, aunque soy de las que reciclan, aunque pido el fresco sin tapa y sin pajilla y siembro árboles y flores para alimentar abejas, esta tree-hugger no puede apoyar el proyecto del etanol. No puedo creerle a una institución que nos ha chantajeado y estafado para alimentar las arcas de sus sindicatos, no puedo confiar en la panacea que nos venden porque no nos están presentando toda la información y porque, aunque fuera en teoría un buen proyecto, no confío en su capacidad de ejecutarlo en forma efectiva y eficiente.
Así que no, aunque soy de las que reciclan, aunque pido el fresco sin tapa y sin pajilla y siembro árboles y flores para alimentar abejas, esta tree-hugger no puede apoyar el proyecto del etanol. No puedo creerle a una institución que nos ha chantajeado y estafado para alimentar las arcas de sus sindicatos, no puedo confiar en la panacea que nos venden porque no nos están presentando toda la información y porque, aunque fuera en teoría un buen proyecto, no confío en su capacidad de ejecutarlo en forma efectiva y eficiente.
Antes de esto, hay acciones mucho más urgentes y con más impacto positivo en el medio ambiente que podríamos emprender como país, tales como universalizar programas de manejo de desechos y reciclaje, desincentivar el uso del vehículo personal enfrentando de una buena vez a los carteles de autobuseros y ordenando el transporte público, así como modernizando la ley laboral para promover el teletrabajo, por ejemplo. Con todo lo que muchas veces me frustra el lento avance de nuestro desarrollo, en esta instancia creo necesario esperar a “aclarar los nublados del día”.
En lugar de pensar en “qué ponemos a hacer a Recope para mantenerla viva”, la pregunta que debemos plantearnos es “cómo beneficiamos a más costarricenses y aseguramos un suministro de combustibles de calidad?”. La experiencia nos ha mostrado que esto se logra mediante la competencia. Es hora de eliminar el monopolio y dejar de ponernos a los ciudadanos a merced de los caprichos del dirigente de momento. Incluso si el etanol fuera una alternativa deseable, ¿por qué debe seguir siendo monopolio? Debemos tener la opción de elegir a quién le compramos y el producto que consideramos mejor para nuestro vehículo, aun si no cambiara gran cosa el precio. La apertura de los monopolios estatales ha demostrado traer grandes beneficios a los consumidores en las áreas de banca, seguros y comunicaciones.
Construyamos un país donde el desarrollo sostenible no sea una limitante de la libertad, sino que provenga de ella y del libre progreso de la tecnología en competencia.
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