La mujer costarricense siempre se ha destacado por su preparación, esmero, y participación en la comunidad. Sin embargo, ha tenido que vivir bajo un paradigma que limita su capacidad de acción.
Las mujeres representan la mitad de la población, sin embargo, su potencial natural de gestar cambios y transformar al dar vida a nuevas ideas se ha visto limitado por esa connotación negativa que le hemos asignado a la palabra poder, impidiendo así aprovechar ese poder para generar más cambio.
En el 2009 celebramos la Ley de Promoción a la Igualdad Social de la Mujer, posteriormente en ese mismo año se incluye en el nuevo Código Electoral la paridad de género. Un año después se elegía por primera vez una mujer como presidenta de la república y recientemente se eligió a la primera presidenta del Tribunal Supremo de Elecciones.
Está bien sentir orgullo de lo que hemos logrado, que nos llene de esperanza el saber que la participación femenina en la asamblea legislativa pasara de un 14% a un 46,6% en el transcurso de 20 años, sin que eso nos haga bajar los brazos y creer que ha sido suficiente, porque hay todavía mucho camino por recorrer.
Actualmente, la pandemia puso de manifiesto flagelos que se ocultaban a simple vista y que además de ser cada vez más evidentes, se intensificaron con el incremento de las horas invertidas en las labores domésticas que se recargan en la mujer y le disminuyen el tiempo que dedican a sus actividades políticas.
Los femicidios y la violencia familiar enlutan nuestra sociedad y nos resaltan tantas fallas que tenemos que trabajar con esmero. Nos deja marcados ante el mundo como un país peligroso para cualquier mujer, ya sea turista o la que toma el bus camino a casa desde su trabajo.
Problemas que, como las raíces de mala hierba, se han incrustado en nuestros medios de comunicación y en el discurso de algunos desinformados, limitando el crecimiento de nuevos cultivos y mejores frutos.
Por eso, estar aquí hoy es tan importante, frente al Foro de Mujeres Políticas de Costa Rica, recibiendo su agenda de los derechos de las mujeres. El país requiere escuchar cada vez más y con mayor fuerza sus voces, para concretar iniciativas como las que encontramos en este documento.
Cuando la mujer se desenvuelve desde su ser creador, podemos hacer que la política pase de ese control basado en el género, tan característico del sistema patriarcal restrictivo, para convertirnos en los autores del cambio histórico que verá renacer los sistemas de poder y las estructuras políticas.
Quiero ser un facilitador de este nuevo sistema. Un sistema que solo va a nacer con más mujeres en el poder. Que, sin miedo de esa palabra, la usen para hacer desarrollar nuestro país, de multiplicar la paridad de género, de construir oportunidades para que otras mujeres puedan alzar su voz y seguir priorizando su carrera, su familia y ante todo, su bienestar.
Esto implica apoyarlas para que impriman con libertad su esencia femenina, esa que le devuelve a la política su propósito, porque tiene la fortaleza de su pasión, sus ideas y valores.
Me siento orgulloso de ser parte de este cambio, de vivir en una época que me permite estar al lado de tantas mujeres fuertes que marcan la diferencia y brillan desde su ser. Me siento feliz de poder tener la oportunidad de estar aquí con ustedes y contemplar un futuro donde todos podamos seguir concientizando sobre nuestros sesgos.
Muy pronto estaremos trabajando en esta agenda, impulsados para seguir creando un espacio equitativo en una Costa Rica que progresa en libertad, que deja atrás el control que ha creado ya suficientes problemas.
Porque es hora de separarnos de esa línea y convertirnos en catalizadores del cambio a través de procesos creativos reparadores, que potencian el desarrollo de la comunidad que amamos, que requiere de nuestras acciones pragmáticas, amorosas y compasivas desde la mirada de la mujer.
Eli Feinzaig en el Foro Mujeres Políticas por Costa Rica - Presentación de la Agenda de los Derechos de las Mujeres Enero 2022